Hay momentos
en la vida que parecieran conducirnos a la debacle, al final.
Sin dudas la
muerte es parte de la vida y es fácil confundir la sensación de llegar al final
de un momento o de un proyecto y sentirlo como la muerte misma.
Y es real que
de eso se trata, es el final, la muerte de algo que ya no será.
La tristeza
que nos embarga es tan fuerte que no deja contemplar la cantidad de
posibilidades que se presentan ante la pérdida o el final.
Estamos tan
atados a la vida de confort que ante cualquier adversidad u obstáculo que nos
presenta el camino todo carece de sentido, nos sentimos desorientados.
Al igual que
la muerte de algún ser querido, nos enfrentamos a aquello que no conviene mencionar,
lo que todos niegan, y que paradójicamente es parte del todo.
Cuando
proyectamos sesiones de entrenamientos o jugamos en la pista, nos enfrentamos a
las mismas sensaciones.
Si erramos un
pase, no finalizamos adecuadamente, los recambios o planteos del entrenador no
son los que espera la grada o los atletas y el resultado es adverso (importante
para nuestra aspiraciones) es como la muerte misma.
Y donde queda
todo aquello por lo que hemos luchado y amado?
Sin dudas al
otro día hay que despertar por la mañana y desayunar nuevamente, continuar con
nuestra rutina, con aquello que hemos diseñado y que forma parte del sueño de
vivir.
Vivimos de
sueños, de ilusiones, de luchas y de las ganas de sobrevivir para lograr todo
ello.
En definitiva
del amor…sin él no podríamos lograrlo.
Pero el amor
en si mismo tiene una esencia tan universal que supera cualquier límite,
circunstancia y condicionamiento.
No se
circunscribe a una persona, a una relación, a un grupo…pero si a una actitud de
vida.
Y nada tiene
que ver con el romanticismo.
La actitud de
nuestros actos es lo que nos define como seres humanos.
Las palabras
son simples conductores (recursos) de esa actitud de vida.
En el Futsal
acontece lo mismo, ya que es parte de la vida.
Las
capacidades (psicofísicas, técnicas, tácticas y creativas) nos ayudan a
desarrollar nuestra actitud táctica, que es nuestra idea de cómo debemos
ejecutar el modelo que pensamos como el más conveniente a nuestra identidad de
equipo.
Muy a pesar de las carencias y las dudas propias de los
seres humanos, como el tabú que no reconoce la derrota (muerte) como parte
integrante del juego (vida), es imprescindible entender que no todo termina con
el juego en la pista.
Las circunstancias que nos rodean en la vida juegan un papel
preponderante y vital, como aquellas
decisiones del jugador o el entrenador salonista
que lucha contra sus propias metas, miedos y límites.
Vivimos de los resultados en la pista que no siempre
reflejan la entrega (trabajo), inteligencia, ímpetu, dignidad, valentía y el
valor de las personas de bien.
Las paradojas de un juego bien lógico, pero que también es
el reflejo de nuestra sociedad.
No hay nada más valioso -en el Futsal como en la vida- que tener una actitud inteligente, identificatoria (salonista), positiva,
ambiciosa, perseverante y de crecimiento constante.
Todo aquello bazado en el azar, la excusa, el menosprecio, el
desamor, el tabú de lo precario, la falta de inteligencia, no es salonismo…ni
buena actitud de vida.
Reflexionemos.
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