Finalizó una temporada más de buen futsal
con una nueva participación nacional de mi equipo en el torneo más importante a
nivel clubes de Argentina.
Han sido cuatro años de arduo trabajo como
entrenador en el joven equipo de primera división Óptica Social de Ushuaia, con
cuyos integrantes pudimos alcanzar gran parte de los objetivos trazados.
Por ejemplo, jugar contra todos los
rivales de la misma manera sin importar el nivel, la región, el clima ni otros condicionantes, meta que concretamos,
ya que el equipo se ganó una reputación por sus “formas” en el juego.
Un ataque de cuatro con diversas variantes
en el juego posicional y una defensa inteligente que presiona en la progresión
para generar incomodidad a los rivales. Con esa idea trabajamos todos estos
años aprendiendo y ajustando aquellos ítems en los que fallamos como equipo
para continuar creciendo.
La identidad es un valor muy importante
para un equipo, la considero fundamental.
No ha sido fácil llevar a la práctica mi
idea colectiva de juego en un equipo de futsal amateur.
En nuestro medio, los jugadores están
acostumbrados a la anarquía táctica o a sencillos movimientos, propios de una
liga pequeña.
En el modelo de juego propuesto, la responsabilidad
de cada integrante del equipo nace del compromiso por jugar con intensidad y
disfrute. Hay matices propios de un equipo profesional en la propuesta táctica
y eso eleva los niveles de preparación de cada capacidad involucrada.
En Ushuaia la lejanía geográfica hace que
los equipos sufran la falta de rodaje ante situaciones de juego apremiantes;
cuando las energías cognitivas son puestas a prueba con elevados niveles de
atención, el atleta toma decisiones en base a los medios técnicos individuales
adquiridos anteriormente.
El actual formato del torneo federativo y
la falta de infraestructura propia en los clubes también condiciona esa
preparación y brinda un marco que no realza los recursos tácticos en los
equipos.
A los equipos les cuesta mucho dinero
desplazarse por su región, la cual también presenta una coyuntura particular
como las distancias entre sus poblaciones, una frontera internacional y el
estrecho de Magallanes.
En ese escenario, competimos en nuestra
liga siempre al máximo para lograr las plazas que nos permitieran trascender
nuestra propia realidad y generar nuevas experiencias de juego en los
jugadores.
Clasificamos a tres torneos nacionales
División de Honor entre los años 2012 y 2014, producto de nuestras buenas
perfomances en la liga local, donde finalizamos en tercer y segundo puesto en
esas temporadas, incluso liderando la fase regular durante muchas semanas.
Esto nos permitió amalgamar aún más la
idea de juego, buscando ser protagonistas en cualquier pista.
Unir todas esas voluntades que provienen
de estados formativos, laborales, personales y afectivos diversos intentando
cooperar para que el modelo funcione ha sido un camino apasionante.
Los jugadores y los entrenadores (todos
ellos, compañeros de trabajo) me dejaron enseñanzas inolvidables.
Muy importante ha sido también el
intercambio de opiniones con otros entrenadores del planeta respecto de
nuestras coyunturas y las soluciones que cada uno adopta para resolver y
enriquecer el modelo que mejor nos representa.
Debo agradecerles a todos ellos por
enseñarme a compartir y entender mejor nuestro deporte.
Hoy mi vida deportiva sigue apuntando a la
formación. La Escuela de Futsal MB debe dar un paso más en su camino de
crecimiento. Participar en la creación de un nuevo equipo como parte de ese
proyecto es el nuevo desafío.
La vida se compone de situaciones
imprevisibles e inconstantes. El cambio es un estado permanente.
Quizás esta reflexión sea la conclusión
fundamental de toda la experiencia.
Gracias a todos los integrantes del equipo
Óptica Social. Ha sido un orgullo soñar y aprender codo a codo junto a ustedes.
¡Un abrazo enorme y hasta cualquier
momento!