lunes, 23 de abril de 2012

Procesos planificados o improvisados

De acuerdo a la lógica que creo debe prevalecer en todo proceso que signifique preparar un equipo de futsal, se plantean en Ushuaia todavía en estos tiempos aquellas metodologías que priorizan la anarquía táctica y los objetivos a corto plazo.
Si bien todos queremos competir en busca de objetivos deportivos (triunfos) no puedo dejar de sostener que, para arribar a ellos, es necesario establecer un orden de prioridades en el complejo camino de la preparación de un grupo de atletas.
Primeramente reconocer el nivel adonde pretendemos apuntar en un lapso de 3 o 4 temporadas al menos.
Cada escalón o temporada nos hará plantearnos también los objetivos anuales y dentro de los mismos las sesiones de entrenamientos mensuales que debemos pensar y diseñar.
Para llegar a ellos hay que tener en cuenta también calidad y disponibilidad del grupo de salonistas con el que contamos, pues nos encontraremos con diferentes realidades.
Cada persona (jugador) vive y transita su propia realidad y ha sido condicionado por sus experiencias.
Nuestra sociedad austral nos muestra crudamente como cualquier plan de trabajo se cae ante estas realidades y aún así debemos continuar con el mismo.
Muchos jugadores estudian, trabajan, tienen familias, amigos, hobbies y tiempo libre.
Respecto a ello, es el jugador quién elige sus prioridades en la vida, para atender todos los aspectos.
Paralelamente han tenido una formación en el futsal que es muy heterogénea, muy escasa en cuanto a los fundamentos técnicos, tácticos y perceptivos del juego. 
Desde lo físico también acusan la falta de trabajos coordinativos y aeróbicos en su etapa de iniciación (EFI).
Todos estos condimentos personales y el poco bagaje de experiencias en el entrenamiento (trabajo) dan lugar a procesos improvisados (no planeados).
Estas prácticas son muy comunes en el futsal de Ushuaia desde hace por lo menos 30 años.
Uno puede constatarlo en el trabajo diario con niños y jóvenes de entre 12 y 18 años de edad, donde muchas de las veces se debe reveer en las sesiones trabajos muy propios de la base, que ya deberían haber sido realizados en las categorías infantiles (6 a 11 años).
Una de las causas es no visualizar objetivos de formación en la planificación de las tareas, los instructores y familiares enseñan al niño a ganar el partidito del fin de semana a cualquier precio, como si fueran jugadores de fútbol profesional.
Las dos cuestiones de fondo entonces quedan expuestas: triunfos deportivos y fútbol. Aquí debo ser específico.
Primero: coincido en los triunfos pero dependiendo de la etapa de madurez de las personas, un niño debe ser protegido de estas ideas egoístas de los adultos, necesitan experimentar, disfrutar, participar del juego sin violencia (en todas sus formas).
Segundo: esto es FUTSAL, no fútbol...hay similitudes pero fundamentos diferentes, otra historia personal, otras reglas, otras maneras de jugar, otra organización a nivel mundial.
Exitosamente no es fútbol como el que vemos en la televisión argentina todos los días y que raramente nos deja un mensaje ludico de paz y felicidad, todo lo contrario...el engaño, la treta, violencia, destrucción, intolerancia...lógicamente el deporte no tiene la culpa de quienes que lo manejan.
Todo esto nos conduce, al llegar a las categorías competitivas como juveniles - reserva y primera, a procesos improvisados y mezquinos que predominan en nuestro futsal y que se traducen en el escaso nivel de juego que presentan los equipos desde la propuesta colectiva, con sistemas de juego anárquicos.




Hoy muy pocos entienden el juego como construcción de voluntades individuales al servicio de la mayoría (EQUIPO).
Como dijo el profesor Zego: "En la base está el futuro de nuestro deporte", habría que agregar desde aquí la pregunta a los clubes de Ushuaia: ¿Cual es el futuro que queremos para nuestro futsal?.

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