sábado, 24 de enero de 2015

Cambiar, agradecer y continuar aprendiendo

Finalizó una temporada más de buen futsal con una nueva participación nacional de mi equipo en el torneo más importante a nivel clubes de Argentina.

Han sido cuatro años de arduo trabajo como entrenador en el joven equipo de primera división Óptica Social de Ushuaia, con cuyos integrantes pudimos alcanzar gran parte de los objetivos trazados.

Por ejemplo, jugar contra todos los rivales de la misma manera sin importar el nivel, la región, el clima  ni otros condicionantes, meta que concretamos, ya que el equipo se ganó una reputación por sus “formas” en el juego.

Un ataque de cuatro con diversas variantes en el juego posicional y una defensa inteligente que presiona en la progresión para generar incomodidad a los rivales. Con esa idea trabajamos todos estos años aprendiendo y ajustando aquellos ítems en los que fallamos como equipo para continuar creciendo.

La identidad es un valor muy importante para un equipo, la considero fundamental.

No ha sido fácil llevar a la práctica mi idea colectiva de juego en un equipo de futsal amateur.

En nuestro medio, los jugadores están acostumbrados a la anarquía táctica o a sencillos movimientos, propios de una liga pequeña.

En el modelo de juego propuesto, la responsabilidad de cada integrante del equipo nace del compromiso por jugar con intensidad y disfrute. Hay matices propios de un equipo profesional en la propuesta táctica y eso eleva los niveles de preparación de cada capacidad involucrada.

En Ushuaia la lejanía geográfica hace que los equipos sufran la falta de rodaje ante situaciones de juego apremiantes; cuando las energías cognitivas son puestas a prueba con elevados niveles de atención, el atleta toma decisiones en base a los medios técnicos individuales adquiridos anteriormente.

El actual formato del torneo federativo y la falta de infraestructura propia en los clubes también condiciona esa preparación y brinda un marco que no realza los recursos tácticos en los equipos.

A los equipos les cuesta mucho dinero desplazarse por su región, la cual también presenta una coyuntura particular como las distancias entre sus poblaciones, una frontera internacional y el estrecho de Magallanes.

En ese escenario, competimos en nuestra liga siempre al máximo para lograr las plazas que nos permitieran trascender nuestra propia realidad y generar nuevas experiencias de juego en los jugadores.

Clasificamos a tres torneos nacionales División de Honor entre los años 2012 y 2014, producto de nuestras buenas perfomances en la liga local, donde finalizamos en tercer y segundo puesto en esas temporadas, incluso liderando la fase regular durante muchas semanas.

Esto nos permitió amalgamar aún más la idea de juego, buscando ser protagonistas en cualquier pista.

Unir todas esas voluntades que provienen de estados formativos, laborales, personales y afectivos diversos intentando cooperar para que el modelo funcione ha sido un camino apasionante.

Los jugadores y los entrenadores (todos ellos, compañeros de trabajo) me dejaron enseñanzas inolvidables.

Muy importante ha sido también el intercambio de opiniones con otros entrenadores del planeta respecto de nuestras coyunturas y las soluciones que cada uno adopta para resolver y enriquecer el modelo que mejor nos representa.

Debo agradecerles a todos ellos por enseñarme a compartir y entender mejor nuestro deporte.

Hoy mi vida deportiva sigue apuntando a la formación. La Escuela de Futsal MB debe dar un paso más en su camino de crecimiento. Participar en la creación de un nuevo equipo como parte de ese proyecto es el nuevo desafío.

La vida se compone de situaciones imprevisibles e inconstantes. El cambio es un estado permanente.

Quizás esta reflexión sea la conclusión fundamental de toda la experiencia.

Gracias a todos los integrantes del equipo Óptica Social. Ha sido un orgullo soñar y aprender codo a codo junto a ustedes.

¡Un abrazo enorme y hasta cualquier momento!