domingo, 27 de mayo de 2012

¿Que piden los más chicos en la clase? ¡jugar!

Cada día que me toca el placer de participar de una clase en mi escuela de futsal en edades de iniciación, cuando el niño tiene entre 5 y 10 años de edad, me enfrento a la difícil tarea de llevar a cabo lo planeado para esa tarde ya que ellos solo pretenden jugar desde el primer minuto, pero bajo sus propias pautas.
Las premisas del trabajo pensado para ellos son siempre basadas en acompañar su crecimiento motor y cognitivo, intentando acoplar juegos con ingredientes propios del futsal, pero la anarquía en esta etapa de desarrollo se encuentra a flor de piel.
Ellos solo piensan en jugar los juegos que se les ocurren en el momento, ya sea por la influencia escolar o su propia iniciativa.
Es por ello que pienso siempre en aportar la compañía del balón desde el inicio en la clase, por supuesto aún en el diseño de tareas o juegos donde no lo utilizamos, aporte que creo saludable para el desarrollo de la relación entre el alumno y el elemento.
Un balón que se quiere lanzar con las manos o el pié hacia el espacio en el que nos encontramos contenidos, es la máxima expresión de todas las situaciones que acontecen en futsal y en un espacio que tiene limites y con el tiempo para actuar, que es relativo.
Importante es la necesidad de despertar la coordinación, la fuerza, elasticidad, velocidad, y percepción, mediante actividades donde previamente al gol, debo atravesar una serie de dificultades.
Saltar alto, largo, agacharse, sentarse, acostarse y levantarse del suelo con brazos, conducir en zig zag con ambas piernas, el uso de la suela para dominar el balón, mirada al frente, colaborar con un amigo.
Animarlos a tomar decisiones propias, alentar el hecho de intentarlo.
Todo ello puede ser motivado por nosotros y despertar en estos niños el espíritu de la práctica deportiva.
Recordemos que nuestra población necesita de espacios de esparcimiento para la actividad física dadas las condiciones climáticas.
El vivir muchas horas bajo techo en ambientes cerrados, nos limita en la niñez del contacto con la naturaleza misma de nuestro cuerpo, el movimiento.
Esta situación genera, en los espacios ludicos disponibles, ser más responsables de transmitir los hábitos saludables del deporte, con juegos acordes a las etapas evolutivas involucradas.
Pero siempre jugando tal como lo solicitan los pibes, ellos quieren divertirse, para eso tienen que jugar...en definitiva experimentar, de esta manera el aprendizaje está garantizado.


La formación del carácter mediante el juego, nos facilita tener las herramientas adecuadas ante una situación límite, en las diferentes etapas de nuestra vida.

                           
Formamos parte de algo mas elevado que nuestras propias limitaciones, debemos ser mas creativos.

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