miércoles, 5 de marzo de 2014

Crisis y decisiones.

Hay momentos en la vida que parecieran conducirnos a la debacle, al final.
Sin dudas la muerte es parte de la vida y es fácil confundir la sensación de llegar al final de un momento o de un proyecto y sentirlo como la muerte misma.
Y es real que de eso se trata, es el final, la muerte de algo que ya no será.
La tristeza que nos embarga es tan fuerte que no deja contemplar la cantidad de posibilidades que se presentan ante la pérdida o el final.
Estamos tan atados a la vida de confort que ante cualquier adversidad u obstáculo que nos presenta el camino todo carece de sentido, nos sentimos desorientados.
Al igual que la muerte de algún ser querido, nos enfrentamos a aquello que no conviene mencionar, lo que todos niegan, y que paradójicamente es parte del todo.
Cuando proyectamos sesiones de entrenamientos o jugamos en la pista, nos enfrentamos a las mismas sensaciones.
Si erramos un pase, no finalizamos adecuadamente, los recambios o planteos del entrenador no son los que espera la grada o los atletas y el resultado es adverso (importante para nuestra aspiraciones) es como la muerte misma.
Y donde queda todo aquello por lo que hemos luchado y amado?
Sin dudas al otro día hay que despertar por la mañana y desayunar nuevamente, continuar con nuestra rutina, con aquello que hemos diseñado y que forma parte del sueño de vivir.
Vivimos de sueños, de ilusiones, de luchas y de las ganas de sobrevivir para lograr todo ello.
En definitiva del amor…sin él no podríamos lograrlo.
Pero el amor en si mismo tiene una esencia tan universal que supera cualquier límite, circunstancia y condicionamiento.
No se circunscribe a una persona, a una relación, a un grupo…pero si a una actitud de vida.
Y nada tiene que ver con el romanticismo.
La actitud de nuestros actos es lo que nos define como seres humanos.
Las palabras son simples conductores (recursos) de esa actitud de vida.
En el Futsal acontece lo mismo, ya que es parte de la vida.
Las capacidades (psicofísicas, técnicas, tácticas y creativas) nos ayudan a desarrollar nuestra actitud táctica, que es nuestra idea de cómo debemos ejecutar el modelo que pensamos como el más conveniente a nuestra identidad de equipo.
Muy a pesar de las carencias y las dudas propias de los seres humanos, como el tabú que no reconoce la derrota (muerte) como parte integrante del juego (vida), es imprescindible entender que no todo termina con el juego en la pista.
Las circunstancias que nos rodean en la vida juegan un papel preponderante y vital,  como aquellas decisiones del jugador  o el entrenador salonista que lucha contra sus propias metas, miedos y límites.
Vivimos de los resultados en la pista que no siempre reflejan la entrega (trabajo), inteligencia, ímpetu, dignidad, valentía y el valor de las personas de bien.
Las paradojas de un juego bien lógico, pero que también es el reflejo de nuestra sociedad.
No hay nada más valioso -en el Futsal como en la vida- que tener una actitud inteligente, identificatoria (salonista), positiva, ambiciosa, perseverante y de crecimiento constante.
Todo aquello bazado en el azar, la excusa, el menosprecio, el desamor, el tabú de lo precario, la falta de inteligencia, no es salonismo…ni buena actitud de vida.   

Reflexionemos.


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